martes, 14 de febrero de 2017

DIARIO DE UN REFUGIADO V. DE LA PRISIÓN A LA DERIVA.


                                                  "Sino yo triste y cuitado
                                                   que vivo en esta prisión
                                                   que ni sé cuando es día
                                                   ni cuando las noches son".

Llevamos una semana en el centro de inmigrantes en Italia, en la frontera. No sabemos exactamente donde estamos porque nos tienen incomunicados y no nos dan ninguna información. Algunos de las personas de dentro del centro que están detenidas como mi familia, la familia con la que viajamos y yo. Hablan castellano y nos informan de como funcionan las cosas dentro del centro. Aunque el italiano es parecido al castellano. Hablan tan rápido que a penas entendemos y nos van traduciendo las personas que están como nosotros. Nos han quitado lo poco de equipaje que nos quedaba y no tenemos documentación. Van pasando los días y conozco a una chica, una "avecilla" que lleva algunas semanas más que yo y sabe como funciona el centro. A pesar de la situación, aquí dentro hay mucho apoyo de entre las personas que estamos. Supongo que porque estamos todos en la misma situación. Esta "avecilla" se llama Ana, es de Madrid y se conoce el centro de inmigración como la palma de su mano. Ya que no hay mucho más que hacer que pasear. La "avecilla" me habla de que tiene un contacto fuera que les está ayudando a preparar todo lo necesario para salir del centro. Después de hablar con mi familia, como no tenemos nada que perder, decidimos que Ana cuente con nosotros para poder ser liberados cuanto antes. Van pasando los días en el centro y cada vez estamos más apelotonados, pues entra gente continuamente; más cansados, desesperados y hambrientos porque la comida escasea y es agua y pan. Aunque no recibimos información de los funcionarios, el trato no es demasiado malo, nos dejan en paz. Y en nuestra situación, es mucho.
Cuando llevamos más de un mes, Ana, la "avecilla" nos dice que estemos preparados porque al día siguiente nos devolverán la documentación y nos soltaran. Al principio nos parece difícil de creer. Pero como no tenemos nada que perder. Nos preparamos, pues no hay nada que llevar, esa misma noche.
A la mañana siguiente, en cuanto sale el sol, aparece un funcionario y un policía. Nos hacen gestos para que les sigamos. Llegamos a una sala mi familia y yo donde nos devuelven la documentación y donde hay un hombre que parece ser abogado y es el que nos saca a todos. Desde este momento, no vuelvo a ver a la "avecilla" más. De este hombre sabemos que debe ser abogado y que habla italiano y castellano. Probablemente esto sea gracias a Ana pero no podemos darle las gracias porque ha desaparecido.
Media hora después estamos en la calle agradeciendo a este hombre misterioso, creemos que es abogado pero no tenemos la certeza. Aunque han sido muchos días de estar retenidos seguimos juntos y podía haber sido peor.
Este hombre nos habla de que hay un puerto cerca de donde estamos que sale en pocas horas y que podemos cogerlo, no es muy caro y no tenemos mucho dinero y hay pocas más opciones. Y aunque, no sabemos si lo que nos dice es así, no tenemos más remedio que hacerle caso.
Sin saber donde estamos y a donde vamos, montamos con otras personas y el abogado en un coche hacia el puerto donde está el barco.
Una vez nos encontramos en el puerto, el barco está lleno de gente, tiene mala pinta y parece poco seguro. En el puerto pagamos el dinero que nos piden, pagamos un poco menos porque no tenemos equipaje y montamos toda la familia. Nos dan unos salvavidas que a todos nos quedan enorme.

                                                  !Quien hubiese tal ventura
                                                  sobre las aguas del mar
                                                  como hubo mi familia
                                                  la mañana del puerto!
                                                  "Respondióle inmigrante
                                                  tal respuesta le fue a dar
                                                  "yo no digo mi canción
                                                  sino a quien conmigo va".